A partir de su caída se empiezan a divisar pequeños y medianos pozos naturales, a los que los lugareños han bautizado como jacuzzis, pero enchapados por rocas lisas o lajas que se extienden a lo largo del caño. Las características de aquellas piedras compactas crean la sensación de estar en gigantescos toboganes de formas achatadas por donde baja el agua.