La historia de la catedral de Bucaramanga inicia en 1895 cuando el cura Uribe Villarreal insiste en construir una nueva iglesia para la ciudad. La construcción tardó bastantes años y solo hasta 1928 se realizaron las obras de decoración y paramento en el interior y de la fachada de esta catedral, ejemplo de la arquitectura religiosa del país.
En 1952, el Papa Pio XII declaró a la Sagrada Familia como Catedral de la Diócesis marcando un acontecimiento importante para este monumento que pasó de ser una parroquia común de celebración de actividades eclesiásticas a convertirse en sede oficial del Obispo.
Unas décadas más tarde, el 14 de diciembre de 1974, por disposición del Papa Paulo VI, la Diócesis de la ciudad se elevó a la categoría de Arquidiócesis de Bucaramanga, eligiendo como Catedral a la Sagrada Familia.